viernes, febrero 08, 2008

FACTORES INSTITUCIONALES Y SOCIALES

II. Factores institucionales y sociales

“La desilusión es el sobreprecio del autoengaño”
Amos Oz
1. Cultura e ideología
[1]
Las ciudades muestran el estado cultural de sus habitantes, en el reconocimiento de las ruinas se basa la arqueología para interpretar la vida de las comunidades del pasado. Las ciudades son testimonios de la evolución del hombre en sociedad.
Buenos Aires, antes de nacer ya sufría una especie de neurosis de destino,- una tendencia a encontrar escollos y frustraciones en el logro de los objetivos – la repetición inexorable del fracaso se presenta como un destino ineluctable – una especie de necesidad del inconciente colectivo para echarlo todo a perder – hay una predisposición al fracaso.
[2]
Los términos soberanía, derecho, nación, pueblo, democracia y voluntad general, cubren ahora una realidad que nada tiene que ver con lo que estos conceptos designaron antes; y por eso quienes continúan haciendo uso de ellos de una manera acrítica no saben literalmente de qué están hablando.
La política contemporánea desbasta el lenguaje, lo aliena; desarticula y vacía tradiciones y creencias, ideologías y religiones, identidad y comunidad y vuelve después a proponerlas bajo una forma ya definitivamente afectada de nulidad..
El poder de los Estado se funda en el control de la apariencia, la edad de la gestualidad pura, la sociedad del espectáculo.
La decadencia del Estado – Nación y la corrosión de las categorías jurídico – políticas tradicionales, mutan al ciudadano en refugiado- apátrida. Miseria y exclusión son hoy categorías políticas, espacios donde el orden jurídico general queda modificado.
Vivimos en la sociedad del miedo impuesto desde el poder como resorte de sometimiento y despersonalización. El estado de excepción en el que nos movemos cotidianamente es hoy la regla. El campo de la excepcionalidad ha creado diversas formas de ghettos: countries, villas.
Se ha trocado introspección por masificación y las masas planetarias de consumidores no dejan atisbar ninguna nueva figura de la polis.
Somos gente que tolera todos los días lo inadmisible.
La crisis está siempre ahí, es el motor interno del capitalismo en su fase actual, de la misma manera que el estado de excepción es hoy la estructura normal del poder político.


2. Las patologías sostenidas. Contaminaciones varias: incumplimiento de las leyes, deterioro de servicios y espacios comunes.
El acelerado proceso de descomposición social, cultural, física, económica, ética y estética que están viviendo las sociedades urbanas, nos enfrenta a la necesidad de reconocer la situación, diferenciar causas y responsabilidades para generar acciones superadoras.
Se acrecientan hoy las conductas intolerantes, violentas, autoritarias, conjuntamente con el incremento delictivo. Nos sentimos expulsados de las calles. El espacio público es lugar de alerta y crispación.
Los lugares de encuentro e interacción son hoy zonas de paso rápido o se han convertido en recintos enrejados. El agobiante ejercicio de analizar las miserias de la ciudad contemporánea se nos impone para esbozar reales cauces de soluciones posibles.
La desconexión con el lugar, instalada por las redes informáticas se contrapone a la usurpación de los territorios reales por vías de la especulación y el saqueo de los recursos.
La contaminación de la cultura se define por la descomposición, sin brindar alternativas superadoras de los valores éticos que sirven de necesario soporte a la especie humana en su medio natural, en la convivencia social.
Esa contaminación disgregadora tiene expresiones varias, nace de la concentración de riquezas y recursos y se va despojando rápidamente de todo límite ético. Así va dejando sin lugar a enormes contingentes humanos, que no aciertan a estructurar un destino porque no cuentan con los medios de la socialización.
La ciudad concentra contaminaciones crecientes, desde todas las gamas del hacinamiento, la carencia de los servicios básicos, hasta las físicas por proliferación excesiva de estímulos publicitarios, ruidos, contaminantes químicos, electromagnéticos, contaminación por falta de espacios de distensión como puede ser atravesar un parque, mirar el horizonte del río, caminar por espacios silenciosos, aptos para la marcha por la seguridad del entorno.
Quiero señalar que la inseguridad, se nutre de varias vertientes de la delincuencia. El trabajo flexibilizado, en negro, las jubilaciones miserables, la carencia de crédito accesible y principalmente la falta de cumplimiento de las normas y leyes vigentes por parte de los funcionarios que deben cumplirlas y velar por su aplicación. En esta categoría se enmarcan en mayor o menor medida los tres poderes del Estado.
Esas contaminaciones, al aparecer en un panorama en el que no hay instancias de apelación, generan impotencia, rabia, o su contrapartida, apatía, sometimiento y desinterés.
Trenes que no funcionan por años, que empeoran los servicios todos los días, hospitales que no responden a la demanda, medios de difusión con un discurso único y repetitivo. Basura que se acumula sin solución de continuidad sobre las poblaciones más pobres.
Disolución de los espacios, donde la vida está jaqueada por varias contaminaciones.

3. El contraplaneamiento desde las instituciones
Cuando usamos el término contra-planeamiento hablamos concretamente de improvisación, por aplicación de la óptica oportunista, hablamos de violar sistemáticamente cuanta norma se interponga a los designios del poder corporativo, sacando o invalidando todos los mecanismos del control institucional.
Hablamos de contraplaneamiento cuando no hay planes, sólo iniciativas de negocios sectoriales.
“Existe una íntima conexión entre la planificación urbana y la conciencia social”.
El territorio organizado, con previsiones de desarrollo, contagia una inercia esperanzadora. Lo contrario, la convivencia cotidiana con el deterioro predispone a profundizarlo.
El planeamiento urbano, como instrumento jurídico y de gestión administrativa, para equilibrar el crecimiento de las ciudades, que limita los derechos de los propietarios, dando cauce a las actuaciones públicas y privadas, ha sufrido una parálisis tal que merece el calificativo de contra planeamiento.
El vaciamiento progresivo de contenidos, se produce por la dependencia de presiones corporativas y por la incapacidad para gestionar sistemas complejos de flujos y condiciones cambiantes.
Desde 1983 se ha erradicado la profesión de Planificador Urbano y Regional al no dictarse en ámbito académico la carrera que, en la FAU, formaba Planificadores desde 1948.
“Conservar los espacios de saber para sus seguidores es una de las más eficaces maneras de conservar el poder...”
[3]
Desde 1987 se les ha otorgado a los arquitectos las incumbencias de los P.U.R. sin exigirles la capacitación correspondiente.[4]
Actualmente se están entrenando profesionales especialistas en distintos campos temáticos de la gestión territorial, faltan los generalistas coordinadores de los equipos.
Hay que resaltar que las carreras estructuran, en quienes las cursan sistemas específicos de pensamiento.
“No hay acto que no sea coronación de una infinita serie de causas y manantial de una infinita serie de efectos.”
[5]

[1] Las notas de este capítulo han sido extraídas del texto de Giorgio Agamben: “Medios sin Fin”.
[2] Ester Díaz; Buenos Aires; Una Mirada Filosófica; Ed. Biblos; Bs.As.; 2000
[3] Ester Díaz; Bs.As. una mirada filosófica; Ed. Biblos; Bs.As.; 2000
[4] P.U.R. Marta Dodero; Malversación de incumbencias; 2006
[5] Ester Díaz; idem

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